MI CASA, MI EMPRESA Y EL TELE-TRABAJO
OTRA LECCIÓN DE LA PANDEMIA
La larga cuarentena y el cierre de muchas empresas por ese mismo lapso nos lleva a repensar todos los aspectos de nuestra existencia. La vida es un tobogán, algunas veces estamos arriba y otras veces abajo. Ambas situaciones dependen de nuestro trabajo y desarrollo de habilidades de nuestro pensamiento. Nadie pudo imaginar que estos altos y bajos no serían en un tobogán sino en una montaña rusa que nos pondría de cabeza frente al futuro.
Una de las cosas más inteligentes que se le ocurrió a los tomadores de decisiones gubernamentales fue la creación del hashtag #quédateencasa, imitando a la solución china aplicada en Wuhan para detener el crecimiento de la pandemia del Covid 19. Ese hashtag significaba que no habría empresas abiertas y a alguien se le ocurrió que una buena solución era retomar la vieja conseja “si no puedes venir a la empresa, trabaja desde tu casa”. Esta solución parecía ingeniosa al comienzo de toda esta historia de la pandemia. Algunos entusiastas decían “bueno son pocas semanas y con la computadora y la internet puedo hacer el trabajo”. No se pensó en las consecuencias familiares o los impactos sobre las parejas que tal decisión tendría.
Ahora viendo el reportaje de Forbes, cuya conclusión es lapidaria para “el trabajo en casa” me recuerda unas conversaciones que he tenido con algunos de mis compañeros de trabajo sobre sus experiencias y nuestros intercambios sobre las mismas. Podemos comenzar con la de mi amigo Baltazar Espinoza - ingeniero de sistemas - y su experiencia al trabajar en su casa se ha convertido en un tormento cotidiano.
Principalmente las interrupciones son demasiado frecuentes para su metodología de trabajo. A pesar de que ha insistido varias veces en la necesidad de tener mayor privacidad, ello ha sido imposible: suena el timbre de la casa y es el conserje. Suena el timbre y es la vecina que se le agotó el azúcar. Suena el timbre y es un delivery equivocado y finalmente, suena el timbre y es la esposa que salió de compras y olvidó sus llaves. Los mismos casos no se repiten a diario sino que van surgiendo otros. Los casos dan para escribir un libro sobre estas experiencias.
En otras anécdotas, como es el caso de Francis Martínez - diseñadora gráfica - la combinación de niños en espacios reducidos de su vivienda y mascotas “perros”, hacen complicado el desempeño de un ambiente creativo y productivo. Algunos llegan a tornarse insoportables la convivencia de pareja porque atienden el Whatsapp hasta altas horas de la noche y se ha convertido en un perturbador de las relaciones de pareja. Esa forma de “sobre trabajo” que es atender la red social hasta altas horas de la noche se ha convertido en una “forma digital de persecución laboral”. Lo peor es que ese “sobre trabajo” no es remunerado por lo menos para compensar las interferencias en el ámbito familiar.
Otro amigo me relataba como extrañaba sus mañanas al salir de su casa presuroso, dejar a sus hijos en el Colegio y luego llegar a su oficina, lo que él denominaba su “segundo santuario”. Llegar y saludar a los compañeros de trabajo compartiendo una taza de café, comentar los resultados del fútbol o compartir chistes con los propios compañeros hasta el intercambio de soluciones de trabajo pensadas durante la noche. Y luego, salir del trabajo, pasar a la Panadería y llevar algunos dulces y panes para los niños que celebran nuestra llegada diaria con un salto sobre nuestros hombros. Como he aprendido, la vida es una y múltiple. Por su naturaleza el hombre necesita su propio espacio para el crecimiento como persona y el de su familia. El trabajo es el trabajo, pero también un espacio de interacción humana en el cual esa “taza de café mañanero” también nos proporciona alegría y la compañía que le da sentido a la vida gregaria del hombre.
Por
Soc. David Chávez O.
Julio 2020.
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